Estaba acá
escuchando un discurso de una senadora de Brasil. Me llamó la atención en tema
de su discurso. El respeto al próximo.
Uno de los mas
bellos principios del cristianismo es el respeto al próximo. Respetar su manera
de ser, de pensar, de vivir. Ese principio se basa en el libre albedrío con el
cual Dios nos creo a todos. En su perfección, Dios dio a cada ser humano el
derecho de tomar sus propias decisiones, sean estas de acuerdo o no con la
voluntad de Dios. El libre albedrío me da incluso el derecho de no creer en
Dios si así me parece mejor.
Cuando yo soy
cristiano creo y entiendo que existe el libre albedrío. De esa manera tengo el
deber santo de obedecer a Dios respetando todas las decisiones que mi próximo
hace.
El cristianismo
ha cometido el pecado grande de juzgar y condenar envés de respetar y eso nos
ha costado muy caro. Nos ganamos la reputación de fundamentalistas, radicales,
intolerantes y abusivos. Llevamos la gente a pensar de que nos creemos mas que
todos los otros porque somos cristianos. Una lastima que sea así. Peor todavía
cuando cristianos piensan que esas palabras suenan como un elogio.
Respetar a mi
próximo no es convencerlo de que el esta mal. No es tratar de humillarlo o
juzgarlo. Respetar a mi próximo no es ni siquiera sentirme triste por sus
decisiones. Respetar a mi próximo es entender que es su vida de el, su derecho
de el y que nada, absolutamente nada puede cambiar mi sentimiento de amor y
amistad hacia el.
Es triste cuando
como cristianos nos alejamos de alguien solamente por que el decidió seguir por
determinado camino! “No puedo seguir amigo de alguien así” es una de las mas tristes y anticristianas
frases que pueden salir de la boca de un creyente.
Nuestro
cristianismo se prueba no cuando todos mis amigos son cristianos. Mi
cristianismo se prueba cuando en mi vida existen personas que piensan y viven
de manera diferente de la mía. Ese respeto y ese amor es lo único que un día
podría cambiar un corazón.
Estos días al
lado de mi mesa en un restaurant se sentaron dos parejas de homosexuales. No
eran enemigos, no eran gente rara. Eran hijos de Dios que quizá no crean que
Dios exista o quizá si lo crean a su manera. ¿Crees que por eso Dios los
dejaría de amar? ¿Porque piensan y viven de manera diferente de la mía yo los
odiaría? ¿Intentaría cambiarme de lugar? ¿Salir corriendo del restaurante? Si
soy cristiano la respuesta es no. Me quedaría en el mismo lugar, les daría mi
mejor sonrisa porque somos los mismo: hijos de Dios que solamente por la gracia
lograremos la salvación.
Seria muy bueno
poder vivir en un mundo donde la gente se respeta y respeta las diferencias que
existen en todos. Pero como ese mundo es utópico seria entonces bueno vivir en
un mundo donde al menos yo respeto a mi próximo. Quizá ese sea el primer paso.
¿Y sabes que? Quizá ese es el único paso que puedo dar. Los otros van a
depender del respeto de mi próximo.